Dalí creó un personaje tan excesivo y con una verborrea tan disparatada, que consiguió ocultar la labor tan metódica con la que creó su estilo. La apropiación disimulada del rasgo más característico de Caspar Friedrich es un claro ejemplo.

   Salvador Dalí i Domènech fue concebido por sus padres con un propósito definido: ocupar el lugar de Salvador Dalí i Domènech, fallecido a los dos años de edad víctima de una meningitis. Y así, en 1904, nació el sustituto.

   Dalí siempre se vio a sí mismo como alguien destinado a ocupar un lugar que no le correspondía, y nunca se conformó con ese papel. La labor artística facilita la autoafirmación y a ella se dedicó con notable esfuerzo, tal como demostró la exposición antológica Dalí. Todas las sugestiones poéticas y todas las posibilidades plásticas , que le dedicaron el Museo Reina Sofía y el Centro Pompidou en 2013. En ella se apreciaba de manera muy esclarecedora su etapa de formación previa al descubrimiento del surrealismo, donde ensaya con todas las vanguardias de la época (simbolismo, fauvismo, cubismo analítico, cubismo sintético) y la pintura figurativa tradicional en aras de conseguir su estilo. Bueno prueba de estos “experimentos” es la pintura Muchacha en la ventana, que bebe de la obra Mujer en la ventana de Caspar Friedrich, tal como se aprecia en la siguiente comparativa:

   La influencia de Friedrich reaparecerá en algunas de sus mejores obras surrealistas, como son Construcción blanda con judías hervidas (premonición de la guerra civil) , Cisnes reflejando elefantes y El enigma de Hitler .

   Probablemente el recurso más diferenciador de la obra de Friedrich es esa persona que está dentro del cuadro dándonos la espalda, y que puede ver mucho más de lo que nos permiten los límites del encuadre. En todas estas obras miramos al que mira y miramos con el que mira. ¿Puede ser un recurso para aminorar la cuarta pared en la pintura?

   Cuando el personaje que mira ha avanzado dentro de la escena, también sirve para magnificar el paisaje.

Caminante sobre el mar de nubes

Arco iris en un paisaje de montañas

   Dalí emplea este recurso, aportándole ligeros cambios para disimular el origen de la idea: si las figuras del pintor alemán siempre nos dan la espalda; el émulo las coloca de perfil o en posición tres cuartos curioseando en partes de la obra que no alcanzamos a ver. En las obras de Friedrich compartimos con el espectador la admiración por la belleza que puede alcanzar la naturaleza, o Dios. En cambio, en Cisnes reflejando elefantes por ejemplo, la admiración resulta del espacio que el artista ha sido capaz de imaginar y convertir en imagen.

   Incluso esa persona que pasa por los cuadros surrealistas, podría entenderse como un trasunto del Dalí-bufón iluminado y desmesurado que interpuso entre él y el público, para ocultar al artista metódico y culto que en realidad era y que no merecía sustituir a nadie.