La fiesta del cascamorras deja un rastro de cuerpos estampados en las paredes de las calles de Baza, que guarda sorprendentes similitudes con varias obras de arte.

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La fiesta del cascamorras demuestra que las tradiciones populares y los atrevimientos artísticos pueden coincidir aunque no se conozcan. Es tan antigua que Cervantes habla de ella en “El Quijote”. Cada seis de septiembre, un representante de Guadix intenta llegar “limpio” a la iglesia donde se venera la Virgen de la Piedad. Obviamente a los lugareños les enerva esta cabezonería anual y para impedirlo se recubren por completo de grasa vegetal negra. La muchedumbre es tan grande y decidida que lo derrotan manchándolo hasta convertirlo en uno de ellos. A partir de ese momento, todos juntos recorren el itinerario previsto hasta la iglesia de la Virgen de la Piedad.


Me figuro que la mayoría de las personas que corren el cascamorras no son expertos en la historia del arte. No lo necesitan para celebrar esta fiesta o cualquier otra, desinhibidos, felices, imaginativos y con cierto gusto por la transgresión. Van vestidos con unos pantalones y una camiseta sucios. A lo largo de la tarde arrancan jirones de estas prendas que lanzan a los espectadores cuando no los abrazan bien fuerte para mancharlos,
¿Puede ser el afán de manchar la esencia de una fiesta? Claramente sí, al manchar y estar manchados, nos olvidamos de los límites que impone el decoro, nos acercamos más a los que nos rodean porque no nos van a ensuciar más, estar manchados en la fiesta del Cascamorras reafirma nuestra pertenencia al grupo.


Y este deleite deja las paredes del pueblo repletas de letras, restregones y sobre todo estampaciones, como si convirtieran sus manos, su torso, sus glúteos, sus pechos, cualquier parte de su cuerpo, en una herramienta artística. Si dejamos pasar unos días, el paseo sosegado por las calles de Baza descubre que, por sorprendente que parezca, muchas de estas manifestaciones se asemejan a algunas obras de arte renombradas. La siguiente comparativa de imágenes argumenta esta afirmación.

1 Yacimiento situado en la calle Carril (Baza).
2 Manos marcadas en la cueva de Chauvet (Francia).

La marca de la mano sobre la pared es la imagen más inmediata por asequible e intuitiva para cualquier persona, de ahí que la encontremos en el principio de los tiempos. Por supuesto los bastetanos no han llegado con retraso a la Prehistoria, sino que manifiestan de esta forma la pertenencia a su comunidad.

La mano estampada sobre la pared se ha convertido en símbolo de esta celebración e incluso ha inspirado la forma de un delicioso dulce de bizcocho cubierto de chocolate.

1 Puerta de una vivienda.

2 Robert Motherwell: detalle de “Elegía a la Republica Española”. El Museo Reina Sofía de Madrid posee tres de sus obras más importantes.

Las formas irregulares abstractas y la pintura chorreada son un rasgo característico del Expresionismo Abstracto, movimiento artístico que surge en Nueva York tras finalizar la II guerra mundial.

Los artistas norteamericanos consiguen los chorreones (drippings) diluyendo la pintura y el o la bastetana que interviene la puerta lo logra con la presión ejercida con su cuerpo, como si fuera una almazara.

1 Anverso y reverso de una participante en la fiesta del Cascamorras.

2 Pablo Picasso: “Pintor-bufón pintando sobre su modelo”. Grabado.

Picasso inventó el Cubismo Analítico para destruir el pilar del arte occidental: la tercera dimensión, el espacio. Ese logro histórico le permitió entrar en la historia del arte. Obviamente se relajó. Las reglas iniciales, tan teóricas, fueron dejando su sitio a soluciones más fáciles de asimilar por el público y más “estéticas”.

“Pintor-bufón pintando sobre su modelo” ejemplifica este proceso: se atiene al género del pintor y la modelo, las formas angulosas son sustituidas por las curvas del desnudo femenino. Los volúmenes no se descomponen, sino que se desordenan y conserva el empleo de varios puntos de vista sobre un objeto o persona.

Esta bastetana seguramente no se propuso ser una mujer cubista, pero sí tuvo el rapto genial de desafiar las limitaciones que impone la anatomía. (Lo del rapto genial no es ironía, esta imagen sólo se le ha ocurrido a Picasso y a ella)

1 Estampación con varios años de antigüedad encontrada en la calle Cerezo.

2 Detalle de la obra “Antropometría de la época azul” de Yves Klein.

Yves Klein (1928-1962) es el artista que más se acerca a la estética de la fiesta del cascamorras. El 9 de marzo de 1960 reunió a trescientos invitados en la Galería Internacional de Arte Contemporáneo de París para asistir a una performance: tres mujeres completamente desnudas aparecieron portando un cubo de pintura acrílica azul (el tipo de azul que siempre usó este artista, y que es conocido como IKB 79); siguiendo las indicaciones del artista, las modelos recubrieron la parte frontal de su cuerpo y mancharon un lienzo de grandes dimensiones colocado sobre el suelo a la vista del público. El resultado es la obra “Antropometría de la época azul”.

El primer bastetano o bastetana al que se le ocurrió estampar su cuerpo contra una pared seguro que no conocía la obra de Yves Klein. Eso lo convierte en un genio anónimo.

3 Yves Klein: “Antropometría de la época azul”, 1960, acrílico sobre lienzo, 156 x 282 cms.

POSDATA

El accitano (habitante de Guadix) que intenta llegar a la iglesia de la Virgen de la Piedad sin mancharse, emula a otro accitano que hace siglos trabajaba de albañil en Baza (otra versión lo presenta como agricultor que araba el campo en el momento del milagro). Ya sea picando una pared o removiendo la tierra, el caso es que al clavar su herramienta escuchó la súplica “ten piedad”. Para asegurarse de que esa voz inexplicable era real, volvió a usar con fuerza su herramienta y la voz repitió la misma frase. Con las manos removió hasta que encontró la escultura de una virgen. Que una imagen de la virgen hablase era sin duda milagroso y por ello quiso llevarla a Guadix, donde sin duda sería agasajado. Los bastetanos, al saber del milagro, y que se dirigía hacia su pueblo natal con la imagen, se lanzaron a impedírselo con su carácter más carpetovetónico.

Esta leyenda pone de manifiesto la similitud que existe entre muchos milagros cristianos y los cuentos de hadas.

El propio milagro de una virgen parlante también lo encontramos en la película norteamericana “Pecker” (1998), dirigida por John Waters.