La comparación de los cuadros Huérfana en el cementerio y La noche estrellada permite proponer conjeturas razonables.

Huérfana en el cementerio

Eugène Delacroix

Óleo sobre lienzo, 66 x 54 cms. 1823-1824

Museo del Louvre

La noche estrellada

Vincent van Gogh,

Óleo sobre lienzo. 73.7 x 92,1 cms. 1989

MOMA de Nueva York

Portada Catástrofes enanas

El compositor Michael Nyman confesaba en una entrevista que la mayoría de sus obras han nacido de fragmentos de obras de otros músicos que pasan desapercibidas para la mayoría del público. Una buena obra de arte es tan compleja que, para reparar en todos sus componentes, se necesita más tiempo del que le solemos dedicar. Esta manera de crear también la encontramos en la pintura con el siguiente caso.


Huérfana en un cementerio no se haya entre las obras más conocidas de Delacroix, lo cual no le resta interés. Al contrario, carece de la teatralidad de sus grandes composiciones (La libertad guiando al pueblo, La matanza de Quíos, La muerte de Sardanápalo) donde la estética se impone a la credibilidad. Incluso algunos historiadores sostienen que Huérfana en un cementerio es una pintura preparatoria para La matanza de Quíos. De todos modos, sigue siendo una pintura romántica por el cementerio donde se encuentra la chica, su mirada atemorizada, el misterio que provoca el fuera de cuadro o la indefensión que aporta el título. En otro orden de cosas, la obra demuestra la influencia de La Gioconda de Leonardo da Vinci en el modo con el que la figura divide el paisaje de fondo en dos mitades distintas entre sí, con alturas diferentes, que unidas a la asimetría de la pose aumentan el dinamismo de la obra.


La noche estrellada de van Gogh es un cuadro postimpresionista paradigmático y una de las obras más admiradas de la historia del arte. El paisaje fue el tema más querido por los pintores impresionistas, donde se emplearon en representar cientos de instantes con fidelidad. Van Gogh, en cambio, estaba mucho más interesado en representar sus pulsiones interiores que la belleza de los accidentes meteorológicos. Cualquier tema, ya fuera el retrato, el bodegón o el paisaje (su género más querido), le sirvieron para hablar de sí mismo. Y para lograrlo deformó los objetos (adelantándose al expresionismo), encendió los colores (adelantándose al fauvismo), empleó varios puntos de vista y desordenó la perspectiva (tal como haría el cubismo), o le proporcionó a los objetos cualidades y formas que no poseían (como ocurrirá en parte del surrealismo). La noche estrellada se encuadra en esta última opción: las estrellas trazan espirales que cubren el cielo, las montañas se suceden como si fueran olas, un árbol tiene forma de llamas; la noche se ilumina con la luz de la luna y las estrellas.

 

 

La presencia de la primera obra en el Museo del Louvre hace pensar que Van Gogh la conocía.
El punto de unión entre ambas consiste en la forma de llamas que se recrea con el pelo de la protagonista, en el primer caso, y con la silueta de un ciprés en el segundo. Lo que en la primera obra es un elemento que tarda en verse, por su tamaño y por quedar fuera de los puntos de interés, en La noche estrellada se erige en protagonista al ocupar el primer plano y ser el elemento más grande de la composición.

Probablemente para el pintor francés este elemento fuera una ocurrencia propia de una obra menor. Van Gogh en cambio la valoró mucho más. Ya sea fruto de una apropiación inconsciente, ya sea el talento visionario que descubre el verdadero valor de las ideas, las llamas y el resto de formas que conforman La noche estrellada le permitieron superar la corriente en boga del Simbolismo hasta el punto de anunciar el Surrealismo, y crear una de las imágenes más poderosas de la historia del Arte.

 

Juan José Rosado

Juan José Rosado

Bloguero

Pinto, invento ilustraciones y escribo, también soy profesor.