La construcción de edificios y monumentos con forma de poliedro recorre la historia de la arquitectura.

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En una de las secuencias más recordadas de “El silencio de los corderos” donde Aníbal Lecter decide colaborar con la policía, le responde a la agente Clarice Starling: Primeros principios Clarice. Simplicidad. Lea a Marco Aurelio. De cada cosa pregúntese qué es en sí misma”. Esta sentencia, que forma parte de mi manera de razonar desde que vi la película hipnotizado, esta sentencia me animó a leer “Las meditaciones” de Marco Aurelio si bien no encontré ningún consejo tan valioso.

Si empiezo esta reseña así es porque el consejo analítico del caníbal más apreciado del mundo se lo apliqué a una pirámide egipcia. Si eliminamos la maldición de Tutankhamon, los miles de turistas, los souvenirs, el calor, “Los diez mandamientos” y las elucubraciones de Erich von Daniken qué queda: un poliedro gigante que descansa sobre su lado más grande.

La conclusión resulta evidente y sin embargo entiendo que ha pasado desapercibida: la gran cantidad de poliedros desnudos que se han usado en la arquitectura. Pensemos en el Seagram Building, construido en Nueva York entre los años 1954 y 1958. Su diseño corresponde a los arquitectos Mies van der Rohe y Philip Johnson. El mandamiento “menos es más” elimina la decoración exterior y reduce el edificio a su forma más simple: un prisma recto de base rectangular y 157 metros de altura.

El pensamiento tan conocido de que los grandes artistas roban se puede explicar diciendo que el robo consiste en una apropiación incompleta o acompañada de otra idea que desdibuja la procedencia. Si se va a construir un edificio de oficinas en la estela de van der Rohe, pero se pretende que resulte diferente, se sustituye la base rectangular por otra cuadrada, y en lugar de una edificación se alzan dos, de 531 metros de altura en su punto más elevado, los más altos del mundo en la capital del mundo por aquel entonces, 1973. Es lo que se hizo con el World Trace Center (Centro Mundial del Comercio), también conocido como las Torres Gemelas, obra de Minoru Yamasaki y Emery Roth & Sons.

Muy lejos de Nueva York se vuelve a construir una pareja de edificios con la base cuadrada. En este caso, los rascacielos encuentran su originalidad inclinándose el uno hacia el otro. Se inauguraron en Madrid durante 1996 con el nombre de Torres KIO por ser esta empresa kuwaití la promotora. Sus arquitectos fueron John Burgee y Philip Johnson; éste último también firmó junto a Mies van der Rohe el Seagram Building. Tras varios cambios de propietarios, este conjunto se llama Puerta de Europa. Con el paso de los años, a sus valores arquitectónicos ha añadido su valor como símbolo de los vaivenes de la economía española y por si no fuera poco, en la película “El día de la bestia” es el particular portal de Belén del Anticristo .

El mundo de los poliedros en la arquitectura continuará en una reseña futura.

Todas las imágenes provienen de wikipedia.